26 de set. 2014

Marchena lo deja entre silencios


Durante los primeros calores del verano se vio al Luisma, al Súper y al Juanje trotar por el césped artificial del Ciudad de Lepe acompañados de un campeón del mundo. Él, que venía de conocer el glamour del fútbol grande, sudaba sobre una zamarra patrocinada por 'supermercados el jamón' con el escudo del San Roque bordado en el pecho mientras hacía tiempo en espera de una llamada que le trajera un último contrato en el mundo del balón. Entretanto se codeaba con aquellos muchachos del grupo IV de segunda B, a 700 kilómetros de distancia, todavía resonaban los ecos de su última gesta: El  gol postrero que devolvía al Deportivo a la gloria de la primera división.

«De momento estoy en la calle, estoy en el paro» así anticipó su adiós. Como todas las demás despedidas de Marchena, aquella, también se produjo en una sala de prensa, alejado del afecto de las gentes y del agradecimiento colectivo. «A estas alturas nadie del club se ha dirigido a mí para renovar», era 5 de junio y el último partido de los coruñeses se disputaría en Girona. Es el patrón que le acompañó durante toda su carrera, la discreción, ya desde el terreno de juego, predominaba sobre los artificios y la exposición que tanto gustan a muchos.

Este confeso anti Play Station, amante de 'Ecos del Rocío' y pintor que traza por relax, con un móvil cuyo tono nunca abandona el estándar que trae de fábrica por mucho que mute el modelo, desvela con gestos los rasgos de su personalidad. Iñaki Saéz le definió en una ocasión, cuando se lo llevó a África en busca de la gloria mundialista, como «una mezcla entre Beckenbauer y Ayala».

No tuvo otro sitio donde establecer su jerarquía en el fútbol que bajo las capas de humedad que encapotaban la final del mundial de Nigeria, solidificando ante los japoneses una amistad con Xavi que, según Marchena, «va más allá de lo futbolístico», y desde la cual participó en esa transformación de la selección que acabó con tabúes y traumas heredados. Allí, entre mosquitos tamaño F5 y gastroenteritis febriles, se gestó aquello de 'el padre Marchena' a sutil manera de describir su actitud para con el grupo y la madera de líder que traza al natural, rasgo, que quedó patente en cada vestuario que chafó.

Así se entiende que no le supusiera ningún esfuerzo, acostumbrado como estaba a capitanear desde pequeño, dar aquel golpe que dio en el tumultuoso 2008 ante un vestuario en llamas, esculpiendo con ayuda de Baraja y de alguno más un rotundo 'ya basta' y virar con ello el rumbo de una nave que amenazaba desgracia. Tal vez la historia sea generosa y cuente no a mucho tardar aquellas reuniones discretas en hoteles y restaurantes entre el central, el 8 y el italiano en el retiro que sirvieron para ir captando para la causa a Villas y Silvas, marcando calendarios y eligiendo bandejas de plata sobre las que entregar cabezas de entrenadores como premio a todos los que se adhirieran al grupo hasta el final. A este tipo, a aquellos tipos, se les debe una permanencia y un título – el último que entró en las vitrinas – conseguidos tras anteponer los intereses del colectivo a las batallas personales de nocivos individuos. Sí, y también deben un escarnio como aquél.

Pero aquello tampoco le sirvió de mucho. Agrio para los medios y dulzón para aquellos que estima fue, como lo fueron otros después, la primera víctima de una caza de brujas emprendida tras el desembarco del nuevo-viejo régimen y a la que nadie lloró. Fue allí, en otra sala de prensa, alejado del calor del público y del afecto de las gradas, donde mostró arrojo para soltar en su adiós una sentencia con tal carga de profundidad que tendrán que pasar décadas hasta alcanzar su fondo: «Espero que mi marcha sirva para poder poner un ladrillo en el Nuevo Mestalla». No es que su final fuera peor que el de otros, la desgracia de este VCF contemporáneo, enfangado en luchas de sangre, es haber arrojado a sus últimos héroes por el retrete previo paso por una diana regada con vísceras.

«Si no llega nada que me satisfaga no descarto la retirada», fueron sus últimas palabras antes de levantarse de Abegondo y emprender rumbo al limbo balompédico. Este recordman de la selección, campeón del mundo y de Europa; dos veces ganador de la liga, campeón de copa, de la UEFA y de la supercopa continental, pasó su último verano entrenando con un equipo de segunda B olvidado ya por el fútbol. Despojándose de egos y de falsos elitismos tampoco tuvo reparos en bajar con anterioridad a la segunda división y cascarse en sus entrañas su último gran año en el universo del balón. Allí, donde el Pontevedra, fue la última vez que se vio al padre Marchena, el que se escondió en las faldas de Aragonés para coser una estrella en el pecho de la selección.

Sus trotes junto al Samu y el Musta no trajeron ninguna llamada definitiva, y fue ahí, en un vestuario del infrafútbol, donde metió sus bártulos en una bolsa y se fue a su casa, a esperar, quizás, a que suene el teléfono a más tardar allá por las cabalgatas de reyes. Quién sabe si ya ha interiorizado que a sus 34 años es momento de dejarlo. Sea como fuere Marchena se irá del fútbol en silencio, como llegó, tal y como triunfó, tal y como se fue de todos los sitios en los que estuvo, sin que nadie pueda darle un aplauso ni un gracias sobre un terreno de juego, el tapete en el que construyó su leyenda.

18 de set. 2014

El ruso de Rus se llama dimitir


“Me engañaron. Era todo mentira”. Alfonso Rus acabó confesando, y lo hizo, como lo hace todo él, como si no hubiera ocurrido nada. Al presidente de la Diputación (y de treinta cosas más) le costó meses reconocer la evidencia, pero acabó haciéndolo; aunque fuera durante los cafés. Por el camino, el pequeño dirigente no dudó en poner todo el poder que emana de su cargo a disposición de su particular batalla, agitando a cuantos grupos de comunicación tenía comiendo de su mano, tan dispuestos ellos desde el principio en aupar a cualquiera que les prometiera conservar su habitual modus vivendi. 

No les hizo falta más verdad que sus ganas. Porque aquí, engañados, no hubo nadie. Dejarse engañar por las rentas futuras que pudieran obtener, se dejaron casi todos. “Si yo hablara, igual la venta no se hacía. Prefiero hacerlo cuando acabe todo”, fue otra de las perlas de un personaje que hizo valer su cercanía con la 'oferta' rusa para alimentar la crispación a golpe de filtraciones, insinuaciones y bufonadas dirigidas a sus cachorros mediáticos; tan prestos siempre a todo ello.

Incluso la maquiavélica figura no dudó en sentar a su lacayo en la Fundación VCF bajo la orden de votar en contra de la propuesta de Peter Lim. ¿Qué hubiera pasado de haber sido su voto el decisivo? De haber enviado al VCF al matadero en aras de una ‘mentira’ y un ‘engaño' ¿cómo hubiera reparado el daño causado, tras demostrarse la evidencia?

Todavía hay muchos que siguen aferrados a falsas ilusiones, a Jeques imaginarios, a rusos estrafalarios y a americanos inventados; incapaces de digerir un ridículo que lejos de ablandarlos les ha ido gestando en lo más profundo de sus entrañas un pronunciado rencor que ya no alcanzan a calmar. Tocará soportarlos mientras les permitan hablar. Porque en todo esto, si ha quedado alguna cosa clara, es que hay quien ha perdido toda legitimidad para emitir cualquier crítica. 

La actitud de Rus puede ser incluso comprensible dentro del contexto que llevó al club a tal deriva. Acostumbrado como ha estado a ver a la institución convertida en un juguete en manos del partido político en el poder; desprotegida y a merced de sus caprichos. Tal vez, haya que estar agradecidos a la profunda división interna existente en el gobierno valenciano, porque quizás haya sido ésta la que haya evitado que hoy tengamos que soportar al presidente del Olímpic ocupando el trono de Mestalla. En aquellos tiempos, donde personajes como el Alcalde de Xàtiva eran los hombres fuertes del campismo, el resultado podría haber sido muy distinto, y muy nefasto.

Las responsabilidades del sujeto son muchas. Ha utilizado su cargo para tratar de influir en una decisión que afectaba a la viabilidad de una entidad privada, por ello fueron a buscarlo. Ha utilizado todas las herramientas que le otorga el puesto político que ocupa para privilegiar y construirle una posición a un supuesto inversor que previamente le había prometido presidencias y ocupaciones dentro del proyecto. Y se ha inmiscuido con declaraciones públicas en el proceso para tratar de virarlo hacia sus intereses. Además, un funcionario con sus atribuciones y responsabilidades ha confesado haber sido engañado por un empresario bajo promesas falsas, quedando en entredicho su credibilidad a la hora de manejar/ocupar dinero/cargo público alguno.

Tampoco deberían de huir de sus responsabilidades aquellos que aceptaron a tales concursantes. El tiempo no sólo ha demostrado que apenas un par de ofertas ofrecían seriedad y fondos suficientes, sino que el proceso de selección y aceptación de las mismas fue ridículo y fallido. ¿En base a qué se le dio luz verde a un proyecto que jamás demostró solvencia económica? ¿Por qué Zolotaya sí y Alvarado no cuando ambos desprenden similitudes en las formas? No hay que olvidar que esta clase de participantes pudieron acceder a información delicada de la SAD a través de la data room que se puso a disposición de los 'inversores', pasando previamente un corte vigilado por dos consultoras y una comisión gestora.

"Aquí el asunto es enseñar el chocolate, y Lim de momento no ha enseñado nada" fue otra de las bravuconadas del político aspirante a presidente del VCF que recientemente confesó que "los rusos no traían dinero". Debería, la próxima vez que coincida con ellos, decirles que le presenten a su amigo dimitir. Seguro que congenian muy bien... Ni siquiera pronuncia una triste disculpa.

12 de set. 2014

El año perdido de la venta


Se podría decir que el primer año de Salvo ha sido un curso perdido para la economía del club; y también para los intereses deportivos de la entidad. Doce meses de mandato marcados por los problemas accionariales y las tensiones con Bankia que han hecho que las pocas o muchas operaciones de calado que se podrían haber cerrado quedaran en el limbo en espera de poder solucionar el tema de la propiedad. Empezó el otoño con el dirigente hablando de una legión de multinacionales interesadas en el club; de varios contactos con operadores, visita mediante, dispuestos a estudiar el asunto del nuevo estadio; y alguna que otra cosa más, que como todas, de existir, se volatilizaron en cuanto empezaron a sonar trompetas de guerra desde lo alto de las torres Kio.

En ese ínterin una de las marcas con las que el VCF había contactado, AEG, se comprometió con la Roma para diseñar su futuro estadio en una operación que rondará los 300 millones de euros, y por la cual, la empresa estadounidense se quedará parte de la explotación comercial del recinto romanista. En las últimas horas, también se apuntó desde sectores cercanos al mandamás que Turkish Airlines, opción, aparentemente descartada, estaba dispuesta a estampar su logo en las camisetas a cambio de una cifra que superaba en mucho el histórico que ha recibido el club a lo largo de su vida; un techo fijado por Toyota y sus 4,5 millones anuales. De hecho, en todos estos meses, el único acuerdo de relevancia que se ha cerrado ha sido el de adidas; y se alcanzó durante el verano americano, mucho antes de que empezaran las turbulencias con el aval de la Fundación y las polémicas posteriores.

Ahora parece que la entidad del murciélago, una vez llegado el nuevo dueño, pretende renunciar a uno de sus principales ingresos, prefiriendo dejar la camiseta en blanco o en manos de una institución benéfica antes que comprometerse con cualquier marca. Entrando ya en el terreo de las muchas contradicciones que minan el ambiente, durante las guerras por la propiedad se insistió en más de una ocasión que sería Peter Lim el que portara un patrocinador acorde al nivel del proyecto establecido. “Entre 6 y 8 millones” llegó a declarar Salvo. Sin embargo se argumenta ahora que sería mejor no obligarse con nadie firmando un contrato a largo plazo en aras de esperar a un momento más adecuado y obtener con ello una mejor tajada. Resulta difícil creer que la institución esté en disposición de renunciar a algo así, al menos llevarlo mucho más allá del presente curso, cuando ha visto que sus ingresos comerciales se han desplomado alcanzando mínimos históricos, y cuando las obligaciones del Financial Fair Play de la UEFA y del control financiero de la LFP condicionan el gasto en fichas al aumento de ingresos en esta clase de partidas. Sin olvidar que la entidad va a tener que seguir haciendo frente a una deuda que requerirá durante dos décadas el pago de unos 15-20 millones de euros anuales.

El empobrecimiento comercial

Sólo buceando en los números del VCF se puede percibir con toda la crudeza el cómo el equipo de Mestalla se ha ido haciendo pequeño con el paso de los años. Resultando sonrojante cualquier comparación con temporadas anteriores al crack del 2008. En la gráfica (ver más abajo) se puede observar como en el período anterior a la crisis la institución ingresaba cerca de 9 millones de euros anuales sólo por sus cuatro principales patrocinadores – cantidades fijas por temporada – habiéndose reducido actualmente a unos ridículos 2,5 millones, además de padecer una pérdida significativa de patrocinios remunerados. Aún teniendo en cuenta que los extras del acuerdo con la marca de las tres rayas están sujetos a picos de euforia – si el VCF va bien ganará dinero, si no, lo perderá – de conseguirlos todos ellos se estaría muy lejos todavía de alcanzar los 7,3 millones de ingresos del último período marcado. Todo penalizado por la falta de un patrocinador principal. Aunque el contrato con la marca alemana es de aplaudir sobre todo por dos razones: Valentía y ambición. Es extraño en la industria que un club se atreva a firmar un contrato tan variable con beneficios sujetos a la consecución de tantos hitos, hecho que demuestra la existencia de una apuesta decidida para mejorar a todos los niveles.


Esta tara comercial no es algo nuevo, incluso en sus mejores momentos el club valenciano ya era de entre los 20 participantes de la Football Money League de Deloitte el que menos ingresos generaba por estos conceptos. Siguiendo en la comparación de la serie histórica se puede observar como la totalidad de los ingresos comerciales de la entidad han pasado de los 22 millones en 2008 a los 16 millones en 2012. Por lo que es muy posible que veamos aún más reducida dicha cantidad cuando el club presente los números de 2013 en la próxima junta de accionistas.

El VCF es internacional

En las últimas temporadas la institución valenciana ha ido desapareciendo del top-20 de todos los ránkings o mediciones que se hacen en Europa para calibrar la grandeza o solidez societaria de los clubes. Ha pasado de ser un fijo en las listas de Forbes, Deloitte o de Brand Finance a quedar fuera del top-30 en todas ellas. Aunque todavía resiste en algo. La consultora alemana Advant Planning ha elaborado un estudio para medir el nivel de internacionalización de los clubes europeos; estudio que recoge la edición teutona del Wall Street Journal y en el cual se puede ver que el club presidido por Amadeo Salvo está situado en el nº23 de entidades internacionalizadas, con un empate a 28 puntos junto a Wolfsburgo y Schalke 04, aunque los conjuntos de la Bundesliga superan al valenciano por algunas décimas.

La consultora mide el grado de internacionalización de las entidades teniendo en cuenta varios puntos básicos: Acciones de marketing internacional, esto es acuerdos comerciales en el mercado extranjero; patrocinadores principales con presencia global; presencia en Champions o competición europea y una cobertura mediática de forma generalizada. Acompañándolo todo con unos extras medidos entre la cantidad de likes mundiales en facebook, la cantidad de idiomas utilizados de forma habitual en las comunicaciones oficiales de los clubes, la presencia en giras o amistosos realizados a lo ancho y largo del mundo y el número de jugadores mediáticos en nómina.

Del estudio llaman la atención tres cosas: Que el Bayern sea el único club alemán entre los 20 primeros; que el Málaga sea el mejor equipo de la LFP tras Madrid y Barça (segundo y tercero) y una reflexión que hace uno de los responsables de la consultora: “Tradición y éxitos pasados cuentan muy poco a la hora de la comercialización internacional, tener una historia rica facilita el acceso al mercado, pero tienes que saber utilizar las herramientas adecuadas”.

Con un año de retraso gracias a un interminable proceso de venta el VCF deberá a empezar a recorrer su nuevo camino; tal vez, más llano y recto de lo que se presumía hace 12 meses, antes de que todo empezara a estancarse por entrar en una farragosa guerra accionarial, y lo deberá hacer con el nuevo Mestalla y Europa como principales motores de una nueva era.
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